El director del documental responde a las acusaciones de Ayuso con un comunicado en el que desmonta las críticas y reivindica la veracidad de su trabajo.
- El documental 7291 se emitió en La 2 de RTVE y, si te lo perdiste, lo puedes ver en la plataforma RTVE Play.
Hay un viejo hábito de los poderosos que resurge cuando la realidad les incomoda: negar los hechos y desviar la atención. Y cuando un relato alternativo emerge con la fuerza de los datos, con la contundencia de los testimonios y con la fría verdad de la estadística, entonces el poder reacciona con furia. Se le teme más a la luz que a la calumnia. Es lo que ha sucedido con 7291, el documental de Juanjo Castro, que ha puesto sobre la mesa una cuestión que el gobierno de Isabel Díaz Ayuso preferiría borrar de la memoria colectiva: la gestión de las residencias de mayores durante la primera ola de la pandemia en la Comunidad de Madrid.
Juanjo Castro, con la serenidad de quien no busca venganza sino justicia, ha tenido que salir al paso de los ataques que tildan su documental de «engañoso». Su respuesta no ha sido el grito ni la descalificación, sino el recurso más noble y demoledor: la exposición de los hechos. Y es que 7291 no es un panfleto, no es una fábula construida para satisfacer ideologías. Es un testimonio de lo ocurrido entre marzo y abril de 2020, cuando 7.291 personas fallecieron en residencias madrileñas sin ser trasladadas a un hospital.
Los hechos, siempre los hechos
Juanjo Castro ha recordado en su comunicado, con precisión cartesiana, que los datos que sustentan su documental son oficiales. No provienen de rumores ni de especulaciones, sino de documentos públicos, de informes en portales de transparencia y de declaraciones bajo juramento en sede parlamentaria. ¿Cómo puede ser «engañoso» un documental que se apoya en las propias cifras de la Comunidad de Madrid? ¿Acaso la verdad es falsa cuando incomoda?
En su defensa, Castro señala hechos irrefutables:
- 9.470 residentes murieron en la primera ola en Madrid. De ellos, solo 2.179 fueron trasladados a hospitales. La Comunidad de Madrid lideró la tasa de mortalidad en residencias, con una proporción el doble de alta que la segunda comunidad más afectada, Cataluña.
- Existieron protocolos que impedían la derivación hospitalaria de mayores en residencias. Así lo confirmó en la Comisión de Investigación de la Asamblea de Madrid el alto cargo de Sanidad que firmó dichos protocolos. Y aún más indignante: se descubrió que quienes tenían seguro privado sí pudieron ser trasladados.
- La gestión de las residencias correspondía a la Comunidad de Madrid. Pese a las reiteradas excusas de Ayuso, el Real Decreto del Estado de Alarma del 14 de marzo de 2020 lo deja claro: las competencias en residencias siempre fueron autonómicas.
- El testimonio de Alberto Reyero, exconsejero de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid. En su libro Morirán de forma indigna, describe desde dentro las decisiones políticas que determinaron el destino de miles de mayores.
A la luz de estos datos, la acusación de «engaño» contra 7291 se revela como lo que es: un intento desesperado de evitar que la historia juzgue a los responsables.
El miedo a la memoria
No es la primera vez que Ayuso y su entorno reaccionan con virulencia ante cualquier intento de examinar su gestión de la pandemia. La estrategia es conocida: reducirlo todo a una conspiración, señalar con el dedo a la izquierda, acusar a RTVE de parcialidad. Pero la verdad tiene una cualidad incómoda: no depende de colores políticos. No es de izquierdas ni de derechas decir que los mayores de Madrid murieron sin atención médica cuando en otras comunidades no ocurrió lo mismo. No es una cuestión ideológica afirmar que hubo protocolos que decidieron quién vivía y quién moría.
Y sin embargo, el gobierno de Ayuso, en un movimiento que roza lo grotesco, exigió a RTVE que emitiera un vídeo con su versión de los hechos junto al documental. La cadena pública, con acierto, se negó a semejante intromisión política en su independencia editorial. La reacción de la Comunidad de Madrid demuestra que 7291 toca una herida abierta que aún supura, una verdad incómoda que el poder preferiría silenciar.
La independencia de Juanjo Castro
Algunos intentan descalificar 7291 insinuando que su director tiene intereses políticos o que ha recibido financiación oculta. Juanjo Castro lo desmiente con rotundidad: ha producido su documental sin subvenciones ni ayudas públicas, costeándolo de su propio bolsillo. No pertenece a ningún partido ni organización política. Y si alguien lo duda, que lo desmienta con hechos, no con acusaciones vacías.
La realidad es que Castro ha hecho lo que en tiempos de ruido e intoxicación informativa se convierte en un acto de resistencia: documentar. Mirar a los ojos de la verdad y narrarla sin adornos. Decir lo que ocurrió cuando muchos prefieren olvidar.
La verdad es un antídoto contra el olvido
Es fácil entender por qué 7291 molesta. No es un documental que trate de complacer ni de suavizar. No busca mitigar responsabilidades ni edulcorar la historia. Simplemente muestra lo que pasó, y eso es lo que más teme el poder: que el pasado no pueda ser borrado.
Los ataques a Juanjo Castro y a su trabajo no son una sorpresa. Cuando la verdad se planta firme frente a la manipulación, el poder reacciona con rabia. Pero la historia no se escribe con tuits furiosos ni con comunicados indignados. Se escribe con hechos. Y los hechos, en este caso, son claros: en la primavera de 2020, en Madrid, 7.291 personas murieron en residencias sin atención hospitalaria.
Que cada cual juzgue si eso es un dato o una ofensa. Pero lo que nadie podrá decir es que 7291 engaña. Porque si la realidad es engañosa, entonces el problema no es el documental. El problema es la realidad.
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